El observatorio
Había costado una fortuna construir el observatorio en el sitio más despejado del planeta, donde no hubiera nubes ni brumas, que restaran visibilidad al firmamento. Su automatización permitía recibir remotamente, en la máxima calidad, todas las imágenes que su potente telescopio captaba; esto permitía que la presencia humana en el centro fuera totalmente innecesaria.
No obstante, al igual que en algunos faros o ermitas, hay gente dispuesta a vivir allí como retiro mental o espiritual por voluntad propia. Vanjav era uno de los que había solicitado el puesto al ver casualmente el anuncio, su rutinaria vida urbana era un nudo corredizo que día a día le iba aprisionando un poco más. Y ahora tendría la oportunidad de salir de ese lazo, eso sí, a cambio de la soledad aunque siempre podría contemplar las estrellas y sentirse acompañado de ellas.
Se fue despertando muy lentamente, los minutos le parecieron horas, mientras iba tomando consciencia y se despejaba de la semi hibernación, que durante meses había tenido, mientras la nave hacia su viaje, solamente de ida, a Marte. Miró por la pequeña ventanilla y vio su destino al otro extremo del cristal.

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