La suerte estaba echada, cada paso que daba, me aproximaba a mi ejecutor. No había marcha atrás y, en mi corazón, ya empezaba a sentir la fría hoja del cuchillo que me mataría. Delante de mi asesino, algo me sobresaltó hasta el punto que de un brinco me revolví y salí a galope, de aquella sala de aniquilación. Corrí, hasta perderme en El Bosque de la Braña, donde pasaría mis últimos meses de vida, por primera vez, en Libertad.
No soporto esas ratas grises, grandes como gatos, y menos las de un matadero.
Aún no lo comprendía… ¿Por qué me vendían después de tantos años a su servicio? Me encontraba en una nave industrial a la espera de que mis viejos dueños acabaran con la transacción. Yo solo quería sentirme seguro y terminar mis días en paz. Entonces me llamaron y me guiaron hasta una sala fría y gris. Allí había un hombre:
—Soy el matarife, ya está todo preparado. Acercadme al caballo.
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Mi participación para el Reto 5 líneas del blog de Adella Brac.
Menos mal que consiguió salir de ese lugar infernal y pudo disfrutar en libertad de su vida
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El miedo a las ratas le dio el valor suficiente para romper sus ataduras con sus explotadores humanos.
Nobleza a cambio de esclavitud y ejecución, nuestras costumbres no son muy consideradas ni agradecidas.
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