La tertulia de las diez: «El plagiador desalmado»


Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.


Había vuelto a ocurrir y yo no podía dar crédito. Me sentía tan impotente e indignado que no sabia que hacer, ni tan siquiera como era posible que algo así ocurriera. La primera vez pensé que era yo quien, inconscientemente, había cometido ese grave delito literario.

En esta segunda ocasión no me cabía duda alguna, estaba completamente seguro que yo, directa o indirectamente, no había bebido en fuente alguna a la hora de hacer mi entrada del blog. Pero, entonces, ¿cómo era posible? y encima siendo considerado por los comentarios de sus lectores.

¿Qué podía hacer? Si alguien viera mi escrito, conociendo el suyo, vería que palabra por palabra era un calco. Yo no conocía su blog y fue por lo típico de seguir un enlace que conectaba con otro, al final de la cadena estaba el susodicho. Al entrar, viendo que su estilo se asemejaba al mío, una sana curiosidad me hizo fisgar sin reparo. Al rato, me tope con una entrada fechada hacia un año, que era igual que la publicada por mí uno par de meses atrás.

En aquel momento la imaginación me convenció de ser yo quien debí haber visto el texto original, olvidarlo y luego, como un golpe de inspiración, recrearlo en mí blog. Ahora, en esta ocasión, la poesía, esa que tanto me costó rimar y puntuar, figuraba ya en el portal de mi antagonista diez días antes de mi publicación.

No era posible que coincidiera, palabra por palabra y coma con coma, como si de un descarado copia y pega hubiera sido la una de la otra. Esa noche y las siguientes me las pasé pensando en el tema; Morfeo, fue el primero en repudiarme, por ser un descarado plagiador.

Ante mi perplejidad, y falta de ideas al respecto, dispuesto estaba ya a borrar mi entrada sintiéndome culpable de algo que ni la conciencia me reclamaba. A pesar de mi escasa difusión ya me había algún comentario señalando mi flagrante plagio.

Una respuesta, de una supuesta lectora desconocida, me propicio, si cabe, más dudas y confusión. Un breve texto que decía: «A otros también nos ha pasado». Acompañado de un enlace a su blog y otro al de nuestro protagonista.

Efectivamente, como comprobé visitando los links, había dos entradas prácticamente calcadas con una diferencia de emisión de un mes escaso. Y, para más misterio, nuestro común amigo era quien primero la había publicado.

Entre los comentarios de mi nueva seguidora, aparte de alguna indirecta sobre la copia al otro bloguero, un misterioso tercer afectado había puesto un simple » a mí me ha pasado» y dos enlaces para hacer la comprobación.

Esa tarde estuve siguiendo una casi interminable cadena de enlaces con el denominador común de nuestro amigo que nadie sabe como era capaz de plagiarnos publicando el primero que nosotros. Al final encontré el paciente cero que había hecho un foro de afectados, donde lógicamente me apunté.

Cuando pensé que ya lo había visto todo la última pieza de este puzzle más que dar una solución al misterio amplio las posibilidades a infinitas opciones. Buscando más coincidencias llegué hasta las primeras entradas de nuestro bloguero siniestro.

Al leer los comentarios sus publicaciones iniciales era el quien resultaba acusado de copiar a otros. Pero lo sorprendente fue encontrar el ya archiconocido mensaje: «Me ha ocurrido a mí también» con los dos enlaces que lo demostraban.

Es curioso como son las cosas, todos buscando puertas dimensionales para comunicarse con los mundos paralelos y a nadie se le ha ocurrido hacerlo en la red de redes que es Internet.




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