VadeReto ESPECIAL (Diciembre 2019)
Mis cuatro pistas sobre el relato son las siguientes:
● Blog Fantépika, de Jessica Galera.
Desafío Literario Diciembre
Tenéis que elegir uno de los cuatro arbolitos navideños que aparece, para saber cuál será el GÉNERO literario en el que crearéis vuestra historia.
Terror
● Blog de Adella Brac.
Reto de Escritura 5 Líneas (Diciembre)
Elegid una PALABRA, de las tres que propone Adella.
Turistas
● El Blog de Lídia Castro.
Reto Escribir Jugando (Diciembre)
Debéis elegir una IMAGEN entre las propuestas por la carta y el dado.
Bailarina
● Divagaciones en Rosa. Blog de Sadire Llaire.
Reto: Emociones en 50 palabra (Diciembre)
Escoged uno de los dos AUDIOS propuestos.
Villancico rápido
Vuelve a casa por Navidad
Este año no salí fuera de vacaciones en verano. Estaba cansado y literalmente deseaba, a pesar del agobiante calor de agosto, disfrutar de mi ciudad vacía sin agobios, ni prisas ni coches. Por las mañanas podía pasear y tomar un par de frescas cañas sin tener que esperar ni andar apretado, además ahora ya todos los locales tienen aíre acondicionado. Así fue como conocí a Leo, en un bar tomando una caña. El caso es que de vista ya me era familiar, debíamos ser medio vecinos pero con todo el aluvión habitual de gente no pasó de ahí la cosa. Ahora, igual eramos los únicos de esta zona que andábamos este abrasador mes.
El caso es que no nos costo mucho empezar a hablar y compartir nuestro hastió por el estrés de salir fuera pudiendo estar en casa tranquilos. Fue un mes inolvidable, con el calor que pasamos no hubo hielo que romper y de conocidos pasamos a ser buenos amigos antes de agotar nuestras respectivas vacaciones. Los intereses comunes eran múltiples y sentimentalmente ambos ya andábamos suficientemente escarmentados como para meter la pata de nuevo entre nosotros mismos.
A finales de otoño nuestra amistad estaba ya tan sintonizada que nos propusimos pasar juntos las navidades fuera, en algún sitio tranquilo y menos agobiante que nuestra ciudad. Mirando y buscando encontramos un pueblecito con muy buena pinta y mejores precios en el este de Europa. Ya teníamos todo preparado y del veinticuatro de diciembre al dos de enero Bistriţa-Năsăud seria nuestro destino.
El viaje, a pesar de llevarnos un día entero, entre avión, tren y autobús, resulto variopinto y entretenido. Llegamos justo para dejar las cosas en el hostal; nos pusieron, por un error en la reserva, en una sola habitación pero al haber dos camas no nos pareció mal y hasta nos hizo sonreír; y salir a dar una vuelta antes de la cena de Nochebuena.
Estaba casi todo cerrado lógicamente por la fecha tan señalada pero en una esquina vimos lo que parecía una tienda de regalos artesanales todavía sin echar el cierre. Por curiosidad entramos y, efectivamente su aire retro resultaba muy estimulante. Los precios además parecian del siglo pasado así que yo me cogí una especie de pequeño baúl con cerradura y Leo no pudo resistirse a una clásica cajita de música con la típica bailarina totalmente artesanal. Que otra cosa se podía esperar de unos turistas.
La cena en el hostal fue como en familia y aunque no nos dimos cuenta debimos de beber lo que no estaba escrito. Entre risas flojas y con las dos manos agarrados al balaustre los dos subimos a eso de las once de la noche por la escalera para llegar a la habitación. Ibamos casi bailando al compás de un conocido villancico que sonaba como acelerado en un viejo tocadiscos. La llave de la puerta menos mal que era grande y, después de recogerla varias veces del suelo, conseguimos acertar a meterla correctamente.
No debimos ni tardar cinco minutos en estar en nuestras respectivas camas acostados y durmiendo. Lo siguiente que recuerdo fue como el cacareo insistente de un gallo que repentinamente se calló. La pesadez de los párpados me impedía abrir los ojos para ver lo que pasaba y eso que notaba como un difuso punto de luz. En este estado, a pesar del excesivo cansancio, una sensación extraña y un frío sudor me impedía dormir por lo que agudice el oído.
Entre la embriaguez, la pesadez y la somnolencia me pareció sentir una respiración entrecortada y unos susurros ininteligibles. Giré levemente la cabeza hacía el lado de Leo y me tranquilice un poco al sentir el típico respirar con ligero ronquido de alguien durmiendo al lado. Me duró poco ese sosiego cuando esas inhalaciones se convirtieron en gemidos ahogados y desesperados. Me temía lo peor y mi inmovilidad era una pesado de la que tenia que desprenderme.
En momentos ya tan desesperados solamente se me ocurrió forzar a girarme más hasta llegar al borde de la cama para en el siguiente intento acabar cayéndome al suelo. Así lo hice, el golpe del hombro contra el suelo y un arañazo con la mesita en la sien; consiguieron más que nada, por el dolor, hacer que saliera en parte de mi aturdimiento y me levantara como un resorte.
La leve luz de una vela en una palmatoria me permitió ver, todavía borrosa, una espeluznante escena. Una figura siniestra estaba literalmente estrangulando a Leo y ella, también aturdida y con la mirada perdida en su agresor, ya casi no ofrecía resistencia alguna. A los pies de su cama una silueta más menuda desangraba un gallo con la cabeza cortada en un recipiente. A mi vista no estaba la tercera presencia que me inmovilizaba por detrás y ejercía una fuerte presión también en mi cuello.
Tal vez por mi afición al cine de terror hice algo que mi agresor no se esperaba y eche tan violentamente como pude mi cabeza hacía atrás. Un ruido como de una nuez rompiéndose hizo eco en el silencio. La sombra que estaba asfixiando a Leo bajo la guardia al volverse hacía mi y ella aprovechó a dar un fuerte rodillazo en lo que seria su entrepierna. Por el alarido agónico dejo claro que su agresor era macho.
Yo di un manotazo encima de la mesita y acerté a dar la luz de la estancia. Ahora la escena estaba mucho más clara y reconocimos a las tres siluetas. A los pies de la cama de Leo la señora mayor del hostal; la mujer casi ciega y completamente sorda que tanto se reía en la cena frente a nosotros; seguía desangrando al pobre animal descabezado, como si de una ceremonia se tratara murmurando . En cuclillas el hijo mayor se dolía airadamente de sus partes y sentado en mi cama llorando el hermano se sujetaba como podía su aplastada nariz.
El escándalo debió ser mayor del esperado porque al poco la habitación se abrió y varias personas, entre ellas tres o cuatro uniformados que debían de ser policías, tomaron las riendas del asunto. La calle era algo apartada pero salvo estos tres criminales el resto de vecinos debían de ser buena gente. Esa noche no dormimos más y por la mañana, a pesar de ser Navidad, un policía, este sin uniforme y en un español más que correcto, después de pedirnos repetidamente disculpas nos aclaró la situación.
Los verdaderos dueños de este pequeño hostal se habían ido a pasar las fiestas con su familia. Los dos hermanos tienen una esquizofrenia bastante agresiva por lo que están internados casi todo el año. Al ser Navidad consiguieron engañar al médico para que les dejará salir y recogieron a la madre. Al ver este hostal cerrado tomaron posesión de él para sus planes. El menor robó un taxi esperando cazar a algún turista para traerlo a la mortal trampa. Nuestro hotel tenia un nombre parecido en el otro extremo de la villa, y el falso taxista nos hizo creer que era este, el de su hermano. Lo de que solo había una habitación disponible era para tenernos juntos y más a mano. En la cena drogaron el vino para dejarnos fuera de combate y empezar a media noche su particular misa del gallo.
Nos encontraron porque al esconder el taxi en el patio trasero no contaron con su localizador GPS. Y los vecinos también se estañaron de ver luces en el hostal cuando sabían que los propietarios estaban fuera. Así que uno más uno dos nos dijo finalmente el inspector de policía antes de volverse a deshacer en disculpas.
En nuestro hotel real pasamos el resto de los días sin ningún sobresalto más y cuando nos dieron dos habitaciones decidimos quedarnos solo con una. Lo que si echamos de menos fue aquella tienda de regalos artesanales, así que volvimos y compramos todo lo que podíamos traer. Al salir vimos el pequeño hostal, esta vez abierto pero nuestro morbo no fue tan curioso como para entrar y ver a los verdaderos propietarios.
Maravilloso, JM.
Perfecto en cuanto al uso de todos los elementos del VadeReto y grandioso en cuanto a redacción e imaginación.
La historia sería digna de las mejores novelas de Stephen King. Afortunadamente, no me gusta demasiado viajar, aunque estas fiestas estuvimos a punto. Si lo hubiera leído antes, se me habrían quitado todas las ganas de pasar las fiestas fuera. 😜
El final feliz le quita un poco de congoja a la aventura, pero no deja de ser muy buen relato de terror.
Felicidades y muchas gracias por tu participación al VadeReto Especial.
Un Abrazo. 😉👌🏼
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Solo de imaginarme en una situación así me entran escalofríos… Un ritmo sensacional, como acostumbras, que engaña con su aparente facilidad. Un saludo, y por si acaso, en mi próximo viaje te pido consejo antes ;-D
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Seguro que sabes como viajar y no acabarás en situaciones como esta. Conociendo los límites de la diversión y la aventura los viajes son solo eso. Como critico a veces creo que el Percebe te paga para tenerme contento 😂😂
Me alegro de que te haya gustado la historia Loth saludos y gracias por participar 🖐🏻
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