
El oficinista impaciente

Desde que en un mercadillo romano me encapriché de un anillo, con una turmalina negra, fui objeto de burla en la oficina; pero, curiosamente, yo me lo tomaba con calma. Mi paciencia parecía también recargada, hasta yo mismo me complacía, haciéndoles una reverencia con la mano, cada vez que intentaban vacilarme por mi extravagante anillo.
Para mi desgracia, después de 198-9 días (exactos) de calma, el efecto se fue desvaneciendo. Pero leí que esas energías se regeneraban en el interior de una pirámide, así que cada seis meses me planto en El Louvre a recargarme y pasarlo pipa en París.
(100 palabras)
Hola, JM.
Un buen vieja siempre merece cualquier excusa. 😜
Que tengas un maravilloso 2024 con mucha salú para disfrutarlo.
Un Abrazo. 🍻🍺🍺🍺🍻
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