VadeReto (OCTUBRE 2024).-

El bar de los otoñales perennes

En todas las ciudades hay sitios especiales, de paso o reunión, que sirven como punto de encuentro para diversos grupos o colectivos de gente. Algunos, digamos genéricos, son los típicos bares de moda, pero los buenos sitios de verdad son aquellos donde solo recalamos los raritos de verdad sin importarnos si hay mucho o poco ambiente o quienes vayan o dejen de ir.

Yo tardé bastante en encontrar ese ansiado puerto franco donde pasar ratos con un café o tardes enteras a base de cañas de cerveza tostada y algún pincho de la tortilla del mediodía. Muchas veces pasé, antes de entrar la primera vez, por delante. No me daba buen rollo el lugar y los escasos paisanos que lo frecuentaban tampoco eran un desechado de elegancia.

Finalmente, un chaparrón me pilló a un par de calles de aquella cueva (fue mi primera impresión de aquella tasca) y lo recordé porque era el único bareto de la zona. Con el paso más que ligero azuzado por el agua que parecía caer a manguerazos hice mi entrada (empapado como recién salido de una ducha con la ropa puesta) en el VadeReto.

A ver, un único bar de barrio entre calles secundarias, y con ese nombre, bien podía ser un tugurio de mala muerte, si no fuera porque está en la barriada de las viviendas obreras y sociales de los sesenta y setenta; para más señas donde yo nací.

VadeReto

Nada más cruzar la puerta pensé que estaba cerrado al no haber nadie en ninguna de las escasas cuatro mesas que había, ni en la barra y tampoco al otro lado del mostrador. Pero con la que estaba cayendo opté por ponerme justo detrás de la puerta de cristal, mirando llover como un bobalicón.

Sería cosa de un par de minutos cuando la cosa empezó ya a amainar y yo me estaba planteando salir de allí como sin nunca hubiera entrado, pero el ruido de una cisterna me cortó en seco la huida. Sin tener tiempo a volverme una voz profunda, pero de modulación suave (entre inquietante y receptiva) me preguntó si quería tomar algo.

Una proposición muy tentadora para la chupa de agua que llevaba yo encima, así que me giré y con tres pasos decididos alcancé la barra. Mi primera petición sería una buena referencia para el local y. por mis húmedas circunstancias, le pedí al cantinero un carajillo quemado de ron.

La respuesta de mi anfitrión fue instantánea asintiendo con un gesto de aprobación. Mientras se quemaba en el vaso una generosa cantidad de ron, sin preguntarme siquiera el tabernero me acerco un par de paños de cocina doblados y con pinta de recién lavados para que me secara al menos un poco. Iba a rechazar su gentil ofrecimiento, pero sentenció con su particular tono de voz, algo así como que a falta de toalla puede servir una bayeta limpia.

El primer carajillo que estaba de vicio fue por cuenta de la casa, dicho también con tajante voz, así que con agrado me tomé otro dos más por mi propia cuenta. La conversación que manteníamos entre las consumiciones era escasa, yo tampoco suelo ser muy hablador, pero él hizo algo que yo no suelo hacer si no me pregunta y fue presentarse.

J.A., que no ja, resultó que tenía un sentido del humor muy próximo al mío. Algo que confirmé cuando en mi tercer «café roneado» entraron dos feligreses (por el trato y saludo ya habituales del lugar) y se empezaron a tirar puntadas con mucho sarcasmo. Yo en la otra esquina de la barra me tuve que contener la sonrisa varias ocasiones para no delatar que estaba oyendo su conversación con disimulo.

Ya empezaba a anochecer, en otoño es de día y al momento de noche cerrado y yo ya no vivía en el barrio, tenía mi buen cuarto de hora de caminata y todavía estaba con media mojadura encima, pero la casi otra media que llevaba por dentro de los carajillos me frenaban la huida. J.A. como buen tabernero pareció adivinar mis dubitativas intenciones y me presentó a los dos contertulios al tiempo que ponía media tortilla de patata en el mostrador para que la compartiéramos los cuatro.

Con esa forma de fidelizar a los clientes del VadeReto ya no tuve excusa alguna para que mi paseo tanto mañanero como de sobremesa tuviera parada y casi posada en ese establecimiento tan acogedor para gente como yo. Es más, un día a la semana nos juntamos cuatro, cinco o media docena, y comemos allí con J.A.

Por diversos motivos, ninguno grave, he estado una buena temporada sin asomarme a mi bar favorito, pero al igual que el resto de su clientela, lo digo porque más o menos nos conocemos todos, salvo el que está al otro lado de la barra, los demás somos fijos continuos o discontinuos pero siempre bienvenidos y mejor recibidos por J.A. y el resto de los allí presentes.

Cinco años (o cuatro o tres, da igual) han pasado de mi primera entrada en el VadeReto y hoy la broma se las vamos a gastar todas a nuestro mesonero favorito que cuando se cabrea todavía resulta más gracioso, seguro que es medio gaditano y la otra mitad chirigotero 😝

Como las hojas del Otoño,
caídas, que el viento junta
somos. Y hasta el moño
bromistas, sacando punta
lo que nos salga del coño.


🍻🍻🍻Cheers VadeReto🖐️




8 comentarios sobre “VadeReto (OCTUBRE 2024).- El bar de los otoñales perennes

  1. Jodé, JM, ¡qué cabronazo! Me he tenido que secar la cara con la bayeta y ahora las gafas y la jeta me huelen a cerveza y vino tinto. Solo tanteando la pantalla he podido atinar dónde escribir el comentario.

    ¿Y lo felices que somos alrededor de una tortilla de papas? Como bien sabes, es el plato que más me solicitan hasta en mi casa. Aunque ahora, para los tortillones de dos kilos me tengan que ayudar a darle vuelta a la sartén familiar, que los codos se quieren jubilar antes de tiempo.

    ¡Vaya regalazo le acabas de hacer al tabernero, a la tasca del Acervo y a toda la familia acervolense! ❤️🥰😍

    Muchísimas gracias, amigo. No dejes de pasarte por esta tu casa, aunque sea de higos a brevas. Ya sabes que las dos primeras conviás corren por cuenta de la casa. 🤗🫠🍻🍻🍻🍻

    Abrazo tan grande como nuestra barriga (al menos hablo por la mía 😅😂)

    PD. Encima amenizas la velada con esa música casi Celta. ¡Cómo me conoces! ❤️

    Me gusta

  2. Hola hola JM
    Te vi en la barra, mojado por fuera y por dentro, de charla con el tabernero. Pero me quedé al margen, no me gusta interrumpir conversaciones iniciadas. Cuando apareció la tortilla en el mostrador, me acerqué sin disimulo. ¡No era cuestión de no hacer aprecio. Y esa tortilla en día de lluvia o soleado, está para chuparse los dedos.
    No hablé mucho, prefiero escuchar, sobre todo cuando suena una música como la que sonaba. Las voces graves calientan el alma y era un día frío, el otoño asomaba la nariz. Así que música, vino y tortilla acompañando una charla tranquila, en el «VadeReto», el bareto del viejo barrio, ese donde nací y pasé niñez y parte de la adolescencia. ¡Inútil pedir más!
    Los amigos fueron llegando de a poco, cada uno contando su aventura del día y, entre charlas y risas, el ambiente se fue caldeando y terminamos tarareando todos juntos a una con el coro celta.
    Y aunque JA nunca te lo diga, me alegro de verte de nuevo, te extrañábamos. Pero que no me escuche, no le gusta presionar y eso es lo mejor del lugar. Toma otro paño de cocina que tu pelo sigue muy mojado y sigamos cantando que las voces despierten al atardecer.
    ¡Salud amigo! ¡Salud a todos!

    Me gusta

  3. Una aportación diferente y divertida. Ese bar de participantes en el Vadereto tiene mucho sabor y raigambre. Ya sea bajo la lluvia o cualquier circunstancia, me agrada esa tortilla y la probaré todas las veces que haga falta. Espero poder seguir siendo asiduo del entrañable Vadereto y que J.A. siga sirviéndonos por mucho tiempo el mejor carajillo.

    Saludos

    Me gusta

  4. Hola JM, esta vez llegaste temprano al reto jejeje. Pues me ha gustado mucho tu aporte, se me hizo muy entrañable y me ha encantado imaginar ahí a José como el tabernero y bueno a todos los que de repente andamos por el Acervo echándonos un chupito a la salud de todos. Saludos.

    Me gusta

  5. Hola JM, qué bueno, me ha encantado y me he sentido, además, parroquiana de ese bar, Vadereto. Creo que conozco también al tabernero y a algún cliente más de los que frecuenta el susodicho. Muy original.

    Un abrazo. 🤗

    Me gusta

  6. Hola JM, me ha encantado el tono de humor que le has puesto al relato, tipo VadeReto sin duda, jajajaja. Y qué buena debió saber esa tortilla en el bar, VadeReto, y sus vaderetianos, jajajaja, un placer leer está maravilla donde todos nos vemos reflejados. Un abrazo

    Me gusta

  7. ¡Hola! Pues yo también soy asidua a este VadeReto tan entrañable y me encanta el carajillo y los pinchos de tortilla, así que me siento parroquiana. Siempre son muy bienvenidos los relatos con humor y buena sintonía. Feliciades 😀 😀

    Saludos. AlmaLeonor_LP

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.