- Tomarnos menos confianzas de las que nos den.
- Devolver aquello que nos han prestado sin esperar a que nos lo tengan que reclamar.
- Tener una sola palabra, tanto para el amigo como para el resto.
- Llegado el momento, anteponer la posición de persona, a cualquier otra postura más cómoda.
- Nunca pedir, en ningún ámbito de la vida, aquello que no se está dispuesto a dar.
- Reírse con la gente pero nunca de nadie a excepción de uno mismo.
- La soberbia, el odio y el rencor nos limitan mucho el respeto hacía los demás y viceversa.
- No hacer de la razón justificación para linchar o avasallar.
- Aprender de los errores en vez de ocultarlos.
- Y por último, ser consecuente y coherente con uno mismo.
Seguro que hay más de diez 🙂
El innato derecho del respeto lo solemos perder con nuestro comportamiento.