Una palabra que suele llenar mucho la boca de quien la pronuncia es: «VERDAD». Usar esta expresión es sinónimo de mentir, incluso cuando la intención es de ser totalmente sinceros. Si entramos ya, cuando la pronuncian personas públicas; literalmente, apaga y vámonos.
En nuestro caso, cuando nos vemos forzados a decir la palabra mágica o lo hacemos intencionadamente para remarcar lo siguiente que digamos, estamos al límite de la verdad. En el primer caso porque, queramos o no, nuestra percepción nos jugará una mala pasada y pondremos algo de nuestra subjetividad (vulgarmente, de nuestra cosecha). Y en la segunda situación, nos arropamos en su manto para significarnos, con lo cual imitamos a los mentirosos profesionales que votamos.
Definitivamente, decir la verdad, aunque queramos, no es fácil y como consejo: Es mejor decir lo que se piensa que pensar que decir.