La tertulia de las diez: «Un hombre con corazón»


Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

La vida, esa existencia que, en La Tierra tenemos es cúmulo de situaciones donde discriminar las vicisitudes de los buenos momentos depende, muchas veces, de nuestra actitud. De vez en cuando nos paramos a hacer balance y, aunque sepamos diferenciar bien lo bueno de lo malo, ¡sorpresa! hay todo, un inmenso océano de insignificancias grises, separando ambos archipiélagos.

Este seguramente sea mi último balance reflexivo de la vida que he tenido, llevado y soportado. Mi tiempo en La Tierra tiene los días contados y no quisiera marcharme sin arreglar, al menos, mentalmente mis papeles. Es una decisión propia, consecuente con mi despedida del planeta y, tal vez, por mi coherencia fuera escogido.

La mediocridad no es una tara cuando se carece de genialidad o cuando, ni siquiera, se tiene talento para algo determinado. Ser mediocre es el sino de la persona normal que, flota en ese gris mar, día tras día. ¡Ay de los listos! que, lo quieren atravesar a nado, como si se pudiera, y se ahogan en él cuando el éxito les juega una mala pasada.

El caso es que en mi existencia en La Tierra; los remordimientos por aquello equivocado que hice, se cobraron en pesadillas recurrentes su condena, estando a día de hoy con la condicional que aún, de tarde en tarde, me recuerda que el arrepentimiento solo vale si aprendes de los errores cometidos; los buenos momentos y la nostalgia por quien recuerdas de verdad, son el contrapunto que equilibra esta balanza y, además, le pone cordura y sentido esos, tantos últimamente, días de apatía o melancolía.

Ayer mismo firmé el contrato, después de tres meses sin descanso de pruebas y de exámenes tanto físicos como psicológicos. Es curioso, al empezar yo parecía el menos indicado para el proyecto, había auténticos superdotados, atletas de primera línea y la élite; varios jóvenes doctores que parecían Supermen o Superwomen, lo mismo superaban las pruebas físicas de un bombero que, resolvían en un simulador un problema de la NASA.

Yo fui pasando las diversas cribas como el tipo normal que fijaba la raya inferior, era la tortuga que competía con las liebres. La última prueba fue donde todos se rindieron o al finalizarla su test mostraba signos de esquizofrenia.  Pasar una semana, flotando sin gravedad, totalmente a oscuras y, alimentado por una sonda, no es fácil de asimilar cuando se pierde la noción del tiempo y la mente enloquece por falta de cualquier estimulo sensorial. Yo ya lo había probado y superado cuando tuve aquel sueño recurrente.

La semana que viene me embarcaré en la nave que, por primera vez recorrerá los planetas con un humano en estado de semi consciencia prolongada. Dicen que serán cinco años de paseo, antes que la órbita me traiga de vuelta, controlando mis signos vitales como una cobaya humana. El salario, merece la pena, si vuelvo no necesitaré volver a trabajar y si no, más de uno disfrutará de ello. Ser egoísta me iba a dar muchas pesadillas en mi crucero por El Sistema Solar.

 

 

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PD: Me he comprado un reloj automático, son relojes con corazón que al más leve movimiento late, entre tanto silencio, sentiré su tic, tac. Lo mismo que hice durante la prueba, oír mi corazón, para no volverme loco. Ahora será mi vital compañero de viaje, e INVICTOS, en cinco años volveremos.

4 comentarios sobre “La tertulia de las diez: «Un hombre con corazón»

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