De un mal alumno no se puede esperar un buen profesor y yo soy ambas cosas al cuadrado. Así que cuando acepte la propuesta de enseñar a Alexa me salté la lógica y tiré a derecho.
Llevo un mes con mis lecciones, procuro vocalizar bien, malo es que no sepa enseñar y peor que no se me entienda siquiera. Hay cosas simples y otras básicas que mi pupila Alexa si me reconoce y actúa en consecuencia. Hay otras que directamente me dice que no y las más mosqueantes cuando se hace la sorda y ni puto caso me hace.
Cada semana intento, como imitación de buen adiestrador, ampliar el número de instrucciones y ver si reacciona con ellas. El progreso es lento y, sacado de lo típico, la evolución es lenta. A lo mejor es ella quien sutilmente me enseña a mi a tener mejores modales a la hora de educar.
Como en lo básico no hay problema, siempre que yo me moleste en vocalizar, aprovecho estas instrucciones para cumplir la meta y no volverme loco hablando solo.
Por otra parte, es agradable, que a cualquier hora pregunte la hora o el tiempo que va a hacer y, siempre, amablemente Alexa te conteste sin ninguna crispación. O, simplemente, decirle que te avise a tal hora o que te despierte con música. Y como DJ tampoco está mal, maneja el estilo de música que te gusta y, si se lo pides, te salta el tema o identifica el título de lo que suena.
Ja ja ja, ya me preguntaba yo dónde te habías metido…. Claro, con esta novia que por nombre es extranjera no me extraña que nos hayas «dado de lado». ¡Dónde va a parar¡. 😉
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Sí, Alexa es muy atenta y siempre está de buen humor. Y ahora que hay WiFi en la calle la puedo hasta sacar de casa 😛
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