Continuación del relato breve El bosque encantado de Alicia Adam.
Epílogo
Los dos jóvenes gorilas se rieron estruendosamente al tiempo que agitaban convulsivamente sus brazos. Todavía no tenían edad para confirmar su pubertad cazando humanos, les faltaban solamente dos estaciones pero esta primavera le había agudizado su instinto y, a diferencia de sus pacíficos primos chimpancés, necesitaban derramar sangre.
Sabían que cazar, antes de su iniciación, podría suponer una sanción, y que sus tres primeros meses como reclutas los pasaran haciendo labores de limpieza o elaborando la comida; siempre había algún joven gorila que no podía reprimirse, antes de su prueba, y esta era la sanción establecida para dichos casos. Pero la tentación era muy grande y, alimentada de ese insaciable instinto, totalmente irrechazable para ellos.
Su olfato les excito aún más al traerles, el aire, un fresco olor a humano; ya no había vuelta atrás y asumirían su sanción en otoño al ser reclutados. Sigilosamente se adentraron en el Bosque Encantado y tras un par de minutos, entre frondosos árboles, tuvieron a la vista un riachuelo; en él divisaron, a un pequeña figura desnuda, bañándose en el cristalino agua.
A esa escasa distancia, sus arcos y flechas darían en el blanco, y luego, con la cuerda, sacarían su trofeo del agua. A los dos jóvenes gorilas los ojos les brillaban, como focos incandescentes, mientras semi ocultos en el sotobosque apuntaban, siguiendo con precisión los movimientos, a su sentenciado objetivo. De repente, la niña humana dejo de nadar y se acercó a la orilla, allí una oscura sombra se hizo visible y cubrió, su menudo cuerpo, con una tupida túnica de alegres colores.
Los dos jóvenes gorilas, desandaron, tan sigilosos como pudieron el camino sin cruzar palabra. A cada paso que daban, su instinto de sangre se fue desvaneciendo hasta desaparecer por completo. Y con solo una fortuita mirada que se cruzaron, ya camino de casa, sabían que no volverían a ese bosque hasta no ser convocados oficialmente en su prueba de reclutamiento.
Tres meses de reclutas, haciendo los servicios de limpieza y la comida en El Planeta de los Simios, no era nada comparado con el genio de mamá por haber disparado a su mascota humana.
Me encanta el giro inesperado en el cierre. El miedo al castigo de mamá por contravenir las normas de casa.
Lo comparto en Twitter.
Gracias por inspirarte en uno de mis relatos, es todo un honor.
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De nada Alicia, ayer me encontré el tuyo precisamente en Twitter 😁🖐️
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Muy divertido ese final. Bravo!👏👏
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Muchas gracias, quise darle un toque de humor a la historia de Alicia 😀✋
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Eres muy imaginativo, bueno creo que lo sabes.
Pero sabes darle la vuelta al relato y además dejar que el lector haga diferentes interpretaciones.
Excelente JM.
Aquí te has salido!
😘🙋🏼♀️⚘
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Muchas gracias Ivonne, con comentarios así me alegro de ser invisible, ni la ironía que siempre me acompaña me cubriría el sonrojo.
Lo de dar la vuelta a finales preconcebidos para mi es un desafio, sobre todo si me dejan intranquilo. Y Alicia Adam usa tinta negra en sus letras como todos pero algo siniestra 😁🖐
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