La tertulia de las diez: «El hotel de los locos»


Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.


En mi mundo paralelo actual esta es la continuación de «La casa de mis pesadillas» siguiendo con el thriller en un tono de aventura juvenil y algo descarado.


Hoy me he despertado y no con mi particular pesadilla. El malestar y la fiebre me tienen postrado y me han subido el desayuno a la cama. A pesar de estado he reconocido a la cuarentona maciza que me lo ha servido. Sí, lo sé estoy hablando como un adolescente irreverente y es porque lo soy.

Este dolor de cabeza febril y mal cuerpo me tiene medio atontado pero no alucinando como he estado hasta ahora. En mi estado, valga la paradoja, estoy empezando a ver claras las cosas. No llevo aquí toda la vida, ni vine de pequeño, eran recuerdos lejanos mezclados con pensamientos inducidos. Mis padres murieron, en accidente, cuando yo tenía catorce años; y, desde entonces, unos primos segundos, la única familia que me quedaba, han sido mis tutores metiendome, los muy cabrones, en internados para que supuestamente superara mi trauma.

Llevo toda la mañana dándole vueltas y la memoria, aunque lenta y despreocupada, me ha venido trayendo recuerdos como en olas que dejan su espuma en la orilla, joder si al final seré hasta poeta, esta fiebre me hace delirar. El puzzle esta casi completado, tengo diecisiete años y me han echado de tres selectos colegios por no ser yo políticamente correcto con sus rígidas y estrictas normas carcelarias. Mis primos, al ver que llegaba mi mayoría de edad y no me domaban, me han metido en este sitio para volverme loco; siguiendo ellos, viviendo a mi costa, que hijos de la gran P…

He deducido que solo llevo aquí unas semanas y ayer mismo hubiera dicho que toda la vida. En mis pesadillas, si había algo real, esos putos fogonazos que me hacían temblar sin control; me estaban dando descargas eléctricas de shock en la cabeza como si fuera un loco de atar. Voy a aprovechar mi afección griposa para restablecerme, de verdad, y averiguar todo sobre estos cabrones. De momento, ganaré un par de días más de cama, frotando el termómetro con las sábanas para mantener la fiebre y, por supuesto, no tomaré pastilla alguna, a saber que mierdas me dan estos hijos de puta.

Mi plan está saliendo y, desde que no tomo nada, vuelvo a ser el cabronazo que no se somete a imposiciones retrógradas y menos de sinvergüenzas avariciosos como estos. La cara de gili se me da bien, les ha dado confianza y se creen que estoy con la medicación, así que ya conozco la rutina diaria. Por la mañana el sargento mayor nos evalúa, como en una clase, para ver nuestro estado de consciencia. Se que somos cuatro en total y que este hotel de locos está al completo, las cuatro habitaciones con el pestillo por fuera son las nuestras.

Por la tarde la terapia es salir al pequeño jardín si no llueve y estar allí como borregos o sesión de cine alternando dibujos animados súper antiguos con trozos de películas viejas puestas así para que no tengan ni pies ni cabeza y mezclemos sus historias para tararnos más si cabe. La vieja es mala de cojones y es la que manda, el tío del despacho de tortura es su hermano y la que va de tía buena es su ligue y se encarga del papeleo.

Con los otros tres compañeros de presidio, en las salidas al jardín he intentado, disimuladamente, ver si podría contar con ellos y la cosa no ha ido bien. Hay uno mayor, de unos veinticinco, pero ese si tiene toda la pinta de esquizofrénico y debe de tener algo de parentesco con la novia del torturador. Los otros dos, somo más o menos de mi edad pero deben llevar bastante más tiempo que yo aquí están atontados perdidos y solo me sirven de ejemplo para mi interpretación.

Visto que dentro no puedo conseguir aliado alguno necesito más información y apoyo externo, la fase dos de mi plan será esa. Estos malditos usaron mi expediente escolar de expulsiones, seguramente, como argumento de inestabilidad para meterme aquí. Pero, si pude con los regentes maniáticos y reprimidos de los internados, estos loqueros aficionados se van a enterar y las sanguijuelas avariciosas de mis primos lejanos, esos, se van a cagar por las patas.

Todo esta saliendo como cuando estaba preso en los colegios, paso a paso y cada cosa a su tiempo. Hoy he oído que me toca visita con el doctor Frankestein para darme unas descargas y he preparado mi contraataque. Efectivamente, al poco de entrar a su despacho o cámara de tortura, ha llegado corriendo el putón verbenero de su novia para que le ayudara a su hermana y a ella con un incendio de hojarasca al lado del garaje; a ver si por el humo, algún chalet de la zona, avisaba a los bomberos. El repugnante doctor me miró buscando la respuesta, al ver mi cara de bobalicón salió tras su chica, eso sí, cerrando con llave la puerta por fuera; como si yo tuviera intención de escaparme, que gilipollas no sé donde sacaría el título.

Esta era mi ocasión y no la desperdicie, preparé bien el conato de incendio para que les llevara un buen rato apagarlo y que el humo no diera la alarma; el caucho necesita consumirse es muy difícil de sofocar y la cámara, de un neumático viejo, me vino al pelo. Ahora, podría obtener toda la información que me faltaba y contactar fuera, a través del ordenador del despacho.

No soy muy listo, habría visto venir esta movida con mis primos, pero lo suplo con algo de inteligencia e ingenio. Bueno, mirando las carpetas del archivo y los papeles del cajón del doc, ya se todo lo necesario. El chalet es de la cuarentona maciza, administra (como no) la herencia del esquizofrénico que es primo carnal suyo; los otros dos chavales, están en mi misma situación, llevan ya más un año allí. El doctor es un ATS que usó su percha (no es mal parecido el tío, todo hay que decirlo) cuando su hermana psiquiatra le contó la película de la otra fulana; uff menudo serial tienen estos cabrones montado.

Como uno se les hizo poco, ofrecieron sus servicios, privadamente, a comadrejas que están en situación parecida o quieran llegar a estarlo, al ser representantes o tutores de un menor. La doctora proporciona el soporte médico, el hermano la ayuda y la otra pendeja lleva los números. El caso es que sin estar loco lo puede acabar siendo y tus buenos parientes viviendo a tu costa. Todo por unos míseros diez o doce mil euros al mes, según la complejidad del caso, garantizando que a la mayoría de edad ingresarán, en un centro público, seguramente de por vida.

Ahora solo me quedaba pedir adecuadamente la ayuda externa para que no me tomen por un loco. Obtuve la IP del PC y me conecté, en modo incógnito, para no dejar ningún rastro de mi escapada por Internet. Toda la información, así como expedientes reales, dosis de la medicación, fichas con cartas firmadas por los parientes por si se volvían atrás con el acuerdo, cuentas de banco irregulares, joder hasta los pasaportes de los tres. La Unidad Central Operativa, UCO para los amigos, ya podría tomar cartas en el asunto con indicios, pruebas y testigos.

Mientras vienen mis libertadores, seguramente los UCO quieran hacer sus comprobaciones pertinentes, yo seguiré poniendo esa cara de bobalicón que también se me da y hasta se me caerá la baba al ver a estos tres hijos de puta salir esposados. En verano, cuando ya sea mayor de edad, mis primos lejanos lo serán de verdad porque me parece que al penal no los voy a ir a visitar.

No voy a echar, como se dice, las campanas al vuelo y esperaré los acontecimientos. Total, he dejado unos cuantos correos programados, a diversas redacciones de noticias, donde recibirán toda la documentación. Lo mismo pasará en varios ministerios y algún que otro juzgado. Seguro que alguno u otros tiran de la manta y acaba todo cayendo como las fichas del dominó.

Con los directores de los internados me costó algo más de tiempo, se ve que con la experiencia, voy adquiriendo profesionalidad.


18 comentarios sobre “La tertulia de las diez: «El hotel de los locos»

  1. Quiero saber en que acaba. No nos puedes dejar así 😭.
    Por favor, anímate y escribe una segunda parte. Esta primera me encanta. Ya no solo la historia, también el giro que das a la redacción, la forma de contarlo, el lenguaje de un chaval adolescente. Te has metido en el papel. Me encanta. Buen día vecino.

    Le gusta a 1 persona

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