La tertulia de las diez: «Bog & Dog»


Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.


El empleo, solamente tenía una contra indicación, el aislamiento. Esto era así porque un año entero en aquella montaña, tan distante de un núcleo poblado, podría llegar a ser de lo más depresivo. La pequeña cabaña, casi al final de la ladera de bosque alpino, convertía su natural belleza de luz y color veraniego en un paraje sombrío y frío al llegar el invierno.

Los equipos tanto meteorológicos como de comunicaciones estaban automatizados pero necesitaban de alguien que pudiera solucionar cualquier incidencia. Se fijaba un año, de primavera a primavera, para relevar al vigilante. A pesar de estar bien pagado, el año entero de soledad, disuadía a muchos y entre los solicitantes tampoco era fácil superar el test psicológico previo.

Bog, no tuvo mayor problema en pasar o engañar las diversas pruebas eliminatorias, siempre fue bastante independiente y reservado. Después de su última fallida relación pensó en darse un año sabático, precisamente, en la montaña. Al ser aceptado, solamente tuvo que hacer un cursillo de dos semanas en un simulador de la cabaña, para familiarizarse con los equipos y su funcionamiento.

Tuvo que esperar hasta finales de marzo para poder ascender a su destino. Iba en una expedición con dos técnicos que harían el mantenimiento y revisión de todas las instalaciones, así como de media docena de montañeros, a modo de porteadores para reponer las existencias de avituallamiento. Bog, por su parte, aparte de su mochila, portaba un cachorro de perro que sería su compañía viva en los siguientes doce meses.

El trabajo era casi inexistente así que se pasó el verano enseñando y jugando con su peludo amigo. En el otoño Bog y su Dog, que así lo quiso llamar, ya eran colegas siendo el segundo la sombra constante del primero y, a veces, viceversa. El crudo invierno los unió aún más y al llegar los primeros destellos primaverales eran capaces de entenderse con gestos o una simple mirada.

Los dos colegas comtemplaban el ascenso de su relevo, en esta ocasión solo contaban a siete miembros. Bog pensó para sí que habrían recortado personal. Al llegar la expedición a la cabaña la noticia era que el sustituto, al poco del ascenso, se había casi roto un tobillo y uno de los montañeros se quedó con él para ayudarlo a volver a la base.

Bog miro a Dog y este, con un ladrido, le confirmo la velada pregunta. Harían doblete en la Cabaña de las Montañas



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