Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.
Llevo ya dos semanas, más o menos desde que empezó el verano, mosqueado con mi termostato digital. Andaba él, muy tranquilo, marcando 22º o 23º hasta que de pronto se plantó en 26º. Bueno, podía ser un día de calor y él, más chulo que nadie, venirse arriba.
La cosa no se quedó en anécdota porque, en los días sucesivos, siguió amarrado a esa temperatura. Yo ya empecé a pensar que se había jodido y marcaba valor fijo. De hecho, yo muy ladino, lo mismo lo miraba con disimulo a las siete de la mañana que a las doce de la noche. Ya hasta cuando de madrugada tenía que ir al servicio; cosas de la edad, la mía no, la de mi vejiga; ya con todo descaro me acercaba a mirar este aparato infernal (seguro que en el mismo infierno se le bajarían algo los humos y no se atrevería a marcar más de veinticinco) y 26º.
Esta última semana, yo ya estaba más mosca, e iba a ver esa diabólica pantallita, con premeditación, alevosía, nocturnidad y a traición; que nunca lo avisaba de mi intención. El resultado era siempre el mismo, hasta que este fin de semana, en una de esas interesadas visitas, el muy cabrón se puso a 26.5º; y, hasta hoy, ahí bien fijo se quedó.

Mi indignación, como de suponer es, también subió de temperatura. Lo suficiente para que, en medio de esa fritura de desesperación, mi imaginación urdiera un infalible plan para dar pasaporte a este termostato del infierno. No me costó mucho, ni tiempo ni dinero, encontrar en Amazon un sustituto, por supuesto, más moderno y preciso.
Hoy mismo me ha llegado esta maravilla tecnológica, nada más sacarlo de la caja y colocarle la pila, me marcó 23.4º. Yo ya me estaba relamiendo por mi gran idea y, rápidamente, substituí al viejo cabrón de aparato por su flamante descendiente. La cosa no podía ir mejor, porque acabada la obra, el preciso dispositivo seguía en sus 23.8º.
Esta tarde cuando volví a casa, con la correspondiente sudada del puto bochorno que hace, mi gozo cayó en un pozo de agua hirviendo. El nuevo prodigio de la ciencia y la exactitud me marcaba 28.1º. Pero que hijoputa, espero a que yo me marchara para venirse, todavía más arriba, que su viejo antecesor. Mañana mismo lo desmonto y devuelvo, a Amazon, por artilugio rastrero y embaucador.

Al final va a ser verdad eso que vale más lo viejo, por conocido, que lo nuevo; que joder, te va, sin conocerte de na.
Yo de ti pintaba a boli un 22 en la pared. De ilusión también se vive😉
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Ese es el truco que tengo con la báscula del baño y hace dos años que no he engordado ni un kilo 😁🖐
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¡Quítale las pilar hombre, quítale las pilas! ¿Para que quieres saber la temperatura que hace? ¿No tienes bastante con el sudor del cuerpo, que tienes que agobiar también al cerebro?
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En esta ocasión Mar, se te ha escapado mi lectura, será por el calor. Si le echo la culpa al termostato, satisfago mi pataleta mental 😂😂
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