Diario de un Percebe (soso): 30 de septiembre y último día de vacaciones

Vaya fin de semana que me ha dado el Vanjav con sus premoniciones y avisos de mal agüero. A nada que le pasa se pone transcendente como si fuera un profeta del destino. Cuando realmente lo que ocurre es que las vacaciones de verano se nos acaban.

Anoche le seguí la corriente para que no se pusiera más nervioso y firmé con él nuestra supuesta despedida de este mundo. La verdad es que analizando matemáticamente los cuatro avisos las posibilidades de cada uno eran remotas. Vamos que con otros dos habríamos hecho la primitiva del siglo.

Para no poner las cosas más tensas en nuestra última noche vacacional, en vez de tocarle las bolas como de costumbre, fui con él de lo más empático. Lo de dormir estaba complicado por la ansiedad que el Vanjav tenía y saqué como tema de conversación su cita con la Parca.

Que aspecto tendría, seguramente buena pero en los huesos. Si vendría entero de negro y tendría una voz profunda o de telefonista. Cómo olería si a perfume o rancia, o que si al levantarse el velo su calavera vería. Cosas de ese estilo para que estuviera entretenido y no se comiera el coco.

Quitando hierro a la supuesta cita con la muerte, a eso de las dos de la mañana y todavía sin pegar ojo, al JM ya le dije que la tía esa no debía de ser muy formal, máxime después de haberle dejado cuatro avisos de su visita. Vamos que si a mi me lo hace por muy divina y poderosa que sea, El Percebe, después de los veinte minutos de cortesía, la hubiera dado plantón como a todas las demás; sobre todo cuando era yo, quien precisamente solía llegar tarde, y ya no había nadie donde habíamos quedado.

En cuanto a Morfeo tampoco hizo mucho acto de presencia anoche que nos tuvo en duermevela desde la madrugada el muy cabrón. El caso es que hemos amanecido el día treinta y último de vacaciones poco descansados para lo que mañana nos esperará después de un mes sin tocar un papel.

Yo estoy por pedir una prorroga para que no me agobien el día uno.

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