
La roca

Cuando tienes casi dieciocho años y todavía no has vivido una aventura parece que te falta algo para ser mayor realmente y no solo por lo legal. Hay quien lo busca haciendo cosas temerarias como conducir sin carnet a escondidas, o simplemente desafiando a los veinteañeros, a lo que sea, como si eso fuera una promoción de adolescente para ser adulto.
Si no estás en esa línea de macho o hembra alfa, siempre te queda lo de probar porquerías, pero eso acaba siendo una reivindicación precisamente de falta de sentido común y por ende de madurez. Lo de emborracharse casi sin enterarse es algo que con la resaca aprendemos hasta donde soplar. Y fumar es una opción que ya no está ni bien vista, mientras que en el siglo pasado llegó a ser un buen recurso para entrar en el cine o las discotecas sin tener la edad.
Al no estar yo en ninguno de los colectivos mencionados me quedaba hacer el reto de La Roca, un pequeño islote que con bajamar se puede acceder caminando desde la playa, pero que con la marea alta es un desafío rodearla. Es más complicado de lo que parece rodear este islote, hay muchas rocas próximas que obligan a hacer una vuelta más abierta, y por la parte de mar abierto siempre aparte de las corrientes siempre hay algo de oleaje.
Con la marea baja yo ya lo había hecho varias veces, disfrutando de su flora y fauna a través de las gafas de buceo. Aún estando la mar bella me tenía que alejar bastante para evitar sus afiladas rocas casi a ras de la superficie. Este año seria el mío y haría la vuelta completa con marea alta. Esperé ese día con expectación, los anteriores a pesar de estar nublados hice varios simulacros dándome la vuelta al llegar a la mitad del desafío como precalentamiento.
El día era magnifico el sol brillaba en un cielo azul completamente despejado. La marea alta solo dejaba una franja de arena en la playa y siendo solo las diez todavía había bastantes sitios disponibles. Deje mis cosas al lado de la torre de vigilancia, más que nada para tener una buena referencia, porque a medio día aquello estaría de bote en bote.
Las cosas bien hechas se hacen sin prisa y así me metí en el agua, poco a poco, para irme aclimatando. Mi aventura, para alguien que nada y chapotea al cincuenta por ciento, al menos me llevaría una hora o más y mi mejor baza era no perder bajo ningún concepto la calma. Con este pensamiento positivo comencé mi reto.
Sin sacar prácticamente la cabeza solo lo justo para respirar me iba guiando por el fondo marino en mi particular travesea. Todo era como en los días anteriores y aunque el mar estaba algo más picado solo me pedía acompasarme mejor a la hora de respirar para no tragarme el agua de las olas.
A medida que avanzaba el brillante cielo azul empezó a palidecer como si quisiera cambiar de opinión el día. Por su parte las olas también se fueron haciendo mayores y más seguidas, esto último me pareció normal al estar ya más o menos en la zona del mar completamente abierto. No pasaba nada porque hiciera una pausa y sacara la cabeza a ver que estaba pasando.
En cuanto vi aquella densa negrura en el horizonte no me quedó ninguna duda, era una galerna y en cosa de minutos la tendría encima. Miré hacía la orilla y supe que ni nadando bien me daría tiempo a llegar y a esta distancia difícilmente me podrían ver los socorristas que además les faltaban todavía veinte minutos para llegar.
Tome la decisión de mi vida siguiendo mi propio consejo de no perder la calma. Con mucho cuidado fui aproximándome a La Roca por detrás, surfeando las olas y esquivando las punzantes aristas de las rocas que parecían proteger su retaguardia. La mar ya estaba bastante encrespada cuando como un pulpo me agarre a la cara norte de aquel pequeño pero vertical acantilado.
Con una habilidad por mi desconocida fui trepando a cámara lenta por aquella roca, salpicado por las olas que contra mi espalda rompían. Cuando llegué arriba casi ni me lo creía, pero muy poco duró mi satisfacción por la hazaña. Unas gotas, grandes como rodajas de chorizo, empezaron a caer para convertirse en solo unos segundos en agua a calderaos; sin ser ni medio día, la galerna que ya estaba encima mío, trajo la noche.
Me tumbé cual galápago en la pequeña superficie de La Roca, la densa cortina de agua no me dejaba ver ni la mano por delante y hasta se me hacía que me quitaba el aire. Por su parte, los fogonazos de los relámpagos sin tiempo para recuperarse daban paso al estruendo de los rayos que parecían caer por todas partes. Y yo allí completamente mojado al lado del asta de la bandera de La roca, doblemente azul, una por ser la local y la otra por el reconocimiento de la playa.
Al ser tan seguida la cadencia de los relámpagos y sus respectivos truenos al menos si uno caía en La Roca yo ni me enteraría, de esa foto seria solo un poco de ceniza. No pude evitar soltar una carcajada al pensarlo, así que decidí disfrutar del épico espectáculo, no se ve una galerna todos los días y menos estando en mitad como si fueras una diana.
Casi una hora así agazapado me pasé, finalmente la lluvia fue normal y los rayos se fueron distanciando de sus relámpagos. No esperé a ponerme de pies y otear desde mi islote en derredor. En el horizonte se veía algún fogonazo pero ahora completamente mudo y en la zona de playa todo estaba desierto, ni un alma, hasta el aparcamiento se había quedado de coches abandonado.
Aunque ya había pasado lo peor yo estaba más que azul completamente morado, casi no tenía tacto al estar tan destemplado. Bajaba por La Roca como un perezoso reumático y eso que por la cara de la playa había hasta una senda bien marcada. Al llegar al agua, todavía faltaba un rato para la bajamar, me dejé caer como fruta madura. Nadaba o más bien intentaba flotar para aproximarme a la orilla.
Tembloroso y algo más entonado por el ejercicio pisé la arena de la playa. No tuve problema en encontrar mis cosas al pie de la torreta de vigilancia, menos mal que mi mochila es impermeable y me pude secar con la toalla. Allí sentado seguí contemplando La Roca mientras repasaba mentalmente mi aventura. No había conseguido el reto de circunvalar el islote, pero en cambio había estado a merced de una galerna de cojones sin siquiera haber perdido el sentido del humor.
Epilogo
El sol volvió a brillar recobrando el cielo su azul inmaculado. La gente no tardó en volver a llenar la arena con sus cosas y los socorristas tampoco tuvieron duda en ondear la bandera verde. Yo salí de mi particular trance con la sensación de que ese día hubo un antes y un después en mi vida, por primera vez me sentí mayor de verdad. Y estaba deseando contárselo a mis amigos de Los Cuatro del CDN, porque yo, si todavía no os habéis enterado, soy Cuatro.
Felicidades, JM.
Maravillosa aventura que, con tu buen escribir y mejor contar, nos has hecho vivir y disfrutar. 👏🏻👏🏻👏🏻
La preciosa narración, llena de detalles y matices emocionales, se hace vívida y permite disfrutar de la hazaña transformándonos en ese joven lanzado, aventurero y valiente.
Me has hecho recordar mis expediciones por las playas de Cádiz, cuando era niño (joven) y pensaba que cada día viviría una nueva aventura. A esa edad te propones mil retos que lindan con el peligro y que, aunque no llegues a realizarlos, te hacen crecer y disfrutar del camino hasta la edad adulta, donde los sueños quedan relegados por una realidad menos aventurera.
Aquí en Cádiz, en la playa de La Caleta, existe el reto del Salto desde el Puente Canal, que aunque no llega a ser extremadamente peligroso da bastante jindoi. Yo, tengo que reconocerlo, nunca llegué a hacerlo, era bastante cagón, pero sin proponérmelo hice otras locuras que hoy en día me resultan increíbles. Se quedó en un sueño irrealizado, porque hay ciertas cosas que van con la edad y cuando cumples años has de pasar testigo. Supongo que por eso mi hijo se ha pegado varios saltos desde allí, para compensar los míos. 😊
Gracias, Cuatro, por hacernos vivir tu aventura y llenar este lunes regulero de escenas juveniles que nos llenan de recuerdos. 😉👍🏻
Un abrazo
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Gracias, JA. Me aprovecho de tu confianza por la benevolencia que tienes en cuanto a los plazos del VadeReto. A cambio, procuro que mi participación sea una historia cuando menos coherente y espero que entretenida. Separados Los Cuatro del CDN ( tendré que mirar que significan esas siglas, se me ha olvidado 😂) siempre queda vincularlos por separado. En este casi autobiográfico 😂😂😂
Me alegro de que te haya gustado y, siendo de costa como yo, la mar sea un comodín protagonista para cualquier historia. El reto del relato como Cuatro a medias lo he hecho, así que algo de verdad cuento. Y galernas también he pasado alguna, vamos que salvo los años soy Cuatro 😂😂😂
Saludos y hasta el próximo VadeReto. 👍
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Vaya reto que se ha marcado Cuatro. Me ha encantado toda la historia. Está magníficamente ambientada, narrada y es un lujo poder leer relatos de esta calidad. Felicidades.
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Hola, Virtudes. Me alegro de que te haya gustado y gran culpa es del anfitrión JA con sus VR.
Para mi el lujo son tus palabras siendo tú la cuentista oficial de este barrio. 🥂🖐🏼
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Jajaja, La cuentista oficial dices.🤔🤔
No andamos mal todos los que pasamos por aquí. Tenemos mucho cuento, jajaja.🖐🏻
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En este barrio bastante cuentista hay, pero el título de cuentista en cuanto al aspecto literario seguro que es merecido 🥂😁🖐🏻
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Hola!!! Me ha encantado tu forma de describir su aventura hasta llegar a la Roca, y luego esa manera suyo de pegarse para resistir la galerna. Me ha parecido estar viendo la escena.
Me ha encantado también conocer esta iniciativa, VadeReto. He dejado mi participación para el mes de julio.
Saludos
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Hola, JL. Me alegro de que te haya gustado y sí participas bienvenida, el anfitrión estará del todo encantado. Yo voy a remolque, pero espero ponerme al día sin arrancar la hoja del almanaque. Por supuesto, cuando lea tu propuesta, te comentaré; espero a sacar la mía para no copiar de vuestras ideas buenas propuestas 😃
Gracias por pasar y participar 🖐🏻
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