La marina te llama
Por un momento pensé que todo era un sueño distópico y el ese insistente repicar me había despertado de él. Pero la realidad es que todo seguía igual salvo los misteriosos y cadentes golpes que en mis oídos continuaban retumbando.
Ahora era un temor en forma de frío sudor el que me empezaba a recorrer el cuerpo. Durante meses, después del gran cataclismo, estuve vagando y recorriendo cada rincón en busca de alguien más sin el menor éxito. Al final, ya desesperado, me sentí completamente aislado y me confiné saliendo únicamente a buscar comida y agua potable.
De pronto, los golpes cesaron y me sentí extrañamente aliviado. Cuando no tienes ni esperanza la rutina es lo único que te mantiene vivo y ante algo que eso pueda cambiar te sientes completamente indefenso. Mi gozo fue tan breve como el suspiro final de un finado, cuando la puerta se abrió de par en par.
Una silueta a contraluz proyectó su sombra atravesando la habitación hasta el catre donde yo estaba acurrucado. Me pareció oír unas palabras que no llegué a entender, aquel sujeto después de una pausa las volvió a repetir y esta vez, sin comprender su significado, sí me resultaron algo más familiares. Finalmente, en un tercer intento, por parte del extraño creí saber lo que me estaba diciendo.
Hay quienes buscan la soledad haciéndose ermitaños en cualquier sitio apartado. Yo cuando vi la oferta de aquella isla desierta supe que seria mi destino final. Lo que el hábil vendedor no me dijo de esta ganga es que, este archipiélago en la época de las tormentas, sus pequeñas islas solían acabar arrasadas por algún tsunami. Por eso mis vecinos solo estaban de paso, no como yo pensando que este seria mi paraíso privado y durante todo el año.
El oficial, mejor dicho la oficial, me dijo que como no hay un censo actualizado, después de un gran tsunami recorre cada una de las mil islas del archipiélago por si hay alguien necesitado; y claro se tira así casi hasta la siguiente estación de de tormentas. Mi salvadora en su barco de rescate, en cierta forma también es una persona en busca de alguien más entre un laberinto de islas desiertas. Por eso mismo, no le importó que yo fuera con ella, como su segundo oficial y cocinero; a las otras quinientas que aun tenía pendientes de visitar.
jm vanjav hasta en 500 palabras+ 
Al final resultó bien para él y seguro vivió muchas aventuras junto a su capitana. Muy bueno, saludos!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Pues visitar quinientas islas desiertas mejor hacerlo acompañado y si encima te hacen la comida de lujo 😁
Gracias Ana por pasar y participar 🖐🏼
Me gustaLe gusta a 2 personas
😂😂😂
Made in JM, siempre dándole la vuelta a la tortilla del reto. 😜
Has cogido mi sueño idílico, isla desierta, tranquila y sin vecinos, y lo has convertido en el principio del final de la hecatombe.
Eso sí, pensaba que quién llamaba a la puerta era un vendedor de enciclopedias o representante de ofertones de telefonía. (el terror de las siestas).
[Anda, Se me ha ocurrido que podría haber cambiado la llamada en la puerta por el timbrazo del teléfono. 🤔]
Al final, has cambiado tu estancia apacible, solitaria, sin moradores cercanos, sin ruidos que alteren el sueño… por viajecitos en yate con una almiranta rescatadora. No sabes ná. Si encima lleváis cervezas en la nevera, ni «Love Boat». 😋😝
Mi felicitaciones, como siempre, por sacarle punta al VadeReto y llevártelo de viajecitos paradisíacos.
un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué quieres que te diga JA. Hasta a los ermitaños gruñones nos gusta compartir la soledad que buscamos en nuestro voluntario confinamiento. Sobre todo si nos rescata después de un tsunami una buena oficial en nuestra misma situación necesitada de un buen segundo oficial y mejor cocinero. Ante esa oferta hasta la de El Padrino yo rechazaría. Además el barco, aunque estábamos en el Pacífico se llamaba La Reina de África, ya solo por eso hasta de grumete me hubiera enrolado con esa capitana 😂🤣🍻🍻🖐🏼
Me gustaMe gusta