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Aunque no lo creas, fuiste mucho más de lo que nadie llegó a ser jamás; acariciaste mi alma como nadie antes lo hizo. Fuiste más que el sueño de una noche (loca) de verano, más que un beso de buenas noches en el portal; más que el polvo de un sábado noche.

Aunque no me creas y sé que no lo harás, fuiste real. Tan real como el mundo que nos rodea, tanto como que mi corazón palpita más rápido de lo habitual en el lado izquierdo de mis costillas y como el aire que, aunque no se puede ver, se respira. Te podía tocar, podía sentir tu piel encenderse al roce de mis labios. Podía sentir tu entrecortada respiración en mi garganta; eras real. Tan real como lo puede ser un sueño lúcido o una ensoñación (in)consciente en una noche de…