Re: «Lina» by El pensadero de Yai

Continuación y epílogo del relato Lina de El pensadero de Yai

Samay pidió traslado al extranjero, aunque Lina no le mostrara sus sentimientos, él sí los tenía por ella y, no hubiera podido seguir viviendo cerca de ella, sin intentar retomar la relación.

Quinientos días duró su exilio, su buena gestión le proporcionó un ascenso y la vuelta a casa. Si el destino, así lo quería, el volvería a intentarlo con Lina.

Ella cuando recibió la llamada de Samay solo acertó a decir tres síes, a la cita, al lugar y a la hora. Cuando Lina colgó el teléfono, se pasó dos horas, con su particular diario, escribiendo.

Esa misma tarde, después del año y pico fuera, él no podía esperar más a verla y la cafetería, de tantas y tantas tardes, volvería a serlo esta también.

Frente a frente, como si solo hubiera transcurrido un día desde su última cita, Samay le contó su periplo internacional, su éxito profesional y, en la intimidad, esa soledad solamente acompañada de la nostalgia que por ella sentía. Lina lo miraba como si estuviera viendo un programa cualquiera en el televisor, aunque hacía, de vez en cuando, alguna anotación en su viejo cuaderno.

De pronto a ella el rostro le cambió, miraba su encriptado diario y no daba crédito a lo que veía, a pesar de lo pequeños que eran sus símbolos y caracteres, se había llenado y no quedaba sitio para poner ni uno más.

Samay seguía hablando, ahora ya en exclusiva, de sus latentes sentimientos, mientras observaba la incomodidad de ella por haber acabado su libreta. Dos pequeñas y tímidas gotitas, asomaron por esos ojos, que nunca antes, se habían humedecido.

Samay, cambió su sitio, por el de al lado de Lina y la abrazó. Al momento, su hombro se mojo por tantas lágrimas contenidas, y dos palabras de ella, como un débil suspiro, resonaron en su oído: «Te Quiero»