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CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed. CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE (Fuera de concurso)



Este es el relato original en el que se basa mi secuela:

CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed. CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE (La invitación)

No tenia ninguna intención de continuar con la historia, siendo del género de terror, queda más inquietante cuando el final es abierto a la especulación a lo que pueda acontecer después … Pero me conozco y quise darle una continuación en dos capítulos (para ajustarme a la extensión) y un epílogo de propina.


La invitación II

Mi estancia en la mansión, después de conocer el secreto familiar, siguió la misma rutina. Mis anfitriones aquejados por su congénita migraña solo departían su compañía conmigo durante la cena. Mi amigo cada noche con mayor esfuerzo, se le notaba en su crispado rostro por la jaqueca, accedía a tomar una copa de coñac conmigo. Por mi parte, yo cada madrugada volvía a la salita a conversar con Madelaine.

Charlar con aquella mujer a escondidas, con nocturnidad y alevosía, era para mí un adictivo delito. Su voz era suave y clara como el fluir de un manantial de agua transparente y pura. Me resultaba hipnótico contemplarla mientras se expresaba. Su extrema palidez ya no me inquietaba, al contrario, y nuestras conversaciones, principalmente literarias o de cualquier otra expresión artística, concluían justo antes del amanecer para no llegar a ser sorprendidos por el servicio.

Con el paso de los días me sentí parte de esa extraña familia y, tal vez por ello, no me percaté de las oscuras y siniestras fuerzas que rodeaban toda la casa; envolviéndola como un invisible escudo, pero siempre en cada recodo de la misma presentes. Mis paseos matutinos por el bosque de la finca y las tardes de lectura en la biblioteca eran la rutina diaria que me engancharon más a ese tipo de vida contemplativa y relajada en este ansiado retiro.

Fue la noche en que la luna lucía en el cielo, como una moneda de plata recién acuñada, cuando volví a recordar ese frío escalofrío de mi llegada al sentir el abrazo de mi amigo. En la cena noté a mis dos anfitriones tensos tratando infructuosamente de disimularlo. La copa del consabido coñac con mi amigo solo duró unos minutos, en los que apenas balbuceo sus excusas por una jaqueca más fuerte de lo habitual.

Cuando de madrugada baje a charlar con mi dama blanca al entrar en la salita la luz del quinqué únicamente me delató su ausencia. Contrariado, no obstante seguí con el rito acostumbrado de sentarme con una copa en la mano; en esta ocasión casi rebosante por mi desaire. Después de un primer sorbo compulsivo (por tan inesperado abandono), le siguieron otros más comedidos hasta que un sopor me fue envolviendo recostado en el sillón.

Entre sueños me pareció oír un monocorde canto, algo así como una larga plegaría recitada, con cierto ritmo en su entonación. Abrí los ojos tratando de identificar su procedencia en la estancia, pero no me orientaba acerca del origen de aquellos místicos cánticos. Intrigado me levanté buscando el algún lugar donde se sintiera más fuerte aquellas incomprensibles, para mí, palabras de rezo.

Al situarme junto a la chimenea, por su tiro oí más nítido aquellos, seguramente, satánicos rezos en un incomprensible idioma igual de inquietante. Armado de más curiosidad que valor decidí localizar la habitación de la mansión en donde se oficiaba aquella siniestra plegaria. En las plantas superiores de la salita había pasillos y ventanales, por lo tanto, tendrían que venir de abajo.

Al sótano de la mansión no había ido nunca, pero sabía bien donde estaba la puerta de acceso. Quinqué en mano decidido descendí por una crujiente escalera de madera. Altos estantes de botelleros, como un laberinto de pasillos, ocupaban toda la estancia. Solo unos ventanucos en su parte superior, que en este preciso momento también daban paso a unos tenues rayos de luna, eran la única ventilación de un inconfundible olor a humedad, moho y vino rancio. Estaba en la bodega, varias cubas apiladas al fondo, con un gran barril de amontillado en medio, me lo acabaron de confirmar.

El caso es que mi sentido de la orientación me decía que el origen de aquellos estremecedores cánticos debían de proceder de detrás de los toneles. Mi deducción tuvo una inesperada pista con una negra sombra que delante de mi inmóvil empezó a ronronear. El enorme gato negro de la casa, que se aparecía en la misma donde menos te lo esperabas, dándote casi siempre un susto de muerto con su estoica presencia.

Por primera vez, ambos nos cruzamos fijamente las miradas, casi sin tiempo para distinguir un infernal destello rojo de su único ojo marchó enloquecido y maullando como un poseso escaleras arriba. Pensando en la advertencia de la cocinera sobre el felino, instintivamente, me aparté lo más que pude de su inesperada estampida.

El frescor de la bodega no impidió que me recorriera un frío sudor después de aquel sobresalto; si aquel endemoniado animal no hubiera encontrado paso franco; seguro que, a base de arañazos y mordiscos, lo habría logrado. Todavía afectado empece a golpear con el puño en los barriles como si picara en una disimulada puerta. Mi corazón fue delator cuando sus latidos se acompasaron al toc, toc, hueco del gran barril de amontillado. Al girar la canilla un mecanismo desbloqueo la tapa y se abrió ante mí.


La invitación III

Un aire fétido bañado con exóticas esencias y extraños inciensos me embriagaron con la primera inhalación. Tambaleante cruce por un oscuro pasillo. Al otro extremo no había puerta, pero sí un tupido visillo rojo salpicado de plateados signos esotéricos. Cuando pase al otro lado, los vi a todos, allí estaban mis anfitriones.

Ella vestía como una sacerdotisa y era la que recitaba aquellos versos satánicos, pero con una voz mucho más grave y siniestra como poseída por un demoniaco ente. Mi amigo, a su lado, estaba irreconocible, su aspecto era el mismo que cuando nos conocimos hace más de treinta años atrás, vestido con una túnica blanca bordada con extraños signos era la segunda voz o el eco gutural de este satánico rezo. Delante de ello, en un altar improvisado con don grandes cofres y un tablón había un cuerpo momificado.

Las paredes estaban pintadas de rojo y por su intensa tonalidad semejaban las llamas del mismo Infierno. La iluminación corría a cargo de innumerables velas también de cera carmesí en torno a ellos. A pesar de gran cantidad de bujías de luz, su tonalidad entre amarilla y naranja únicamente aumentaba el siniestro aspecto de la oculta cripta.

Mi presencia inesperada no detuvo la ceremonia, ni ellos se inmutaron y yo, como un silencioso espectador en trance, participé de la misma no perdiendo ni detalle de lo presenciado. El momento cumbre de aquella escena llegó cuando mi amigo se cortó con un afilado estilete las venas de su muñeca y la puso a sangrar a la altura de lo que sería la boca de la momia.

Al terminar aquel ritual de sangre fui testigo de algo todavía más insólito. Una voz de ultratumba resonó como un lejano susurro en aquel improvisado templo rojo. Se repitió varias veces, mis oídos no podían dar crédito a aquellas angustiosas palabras.

—Libérame, libérame, tú puedes, pero ellos no, son de mi sangre. Libérame con el escarabajo de oro.

Sus palabras se me repetían en la cabeza, una y otra vez, como un bucle esperando a que yo tomara una decisión. Madre e hijo me contemplaban a mí ellos ahora estaban inmóviles, pero su mirada suplicante me pedía que rompiera, por fin, su maldición. Yo, todavía, seguía como en trance dentro de aquella pesadilla tratando de no sucumbir, o directamente morir, por el horror de lo presenciado.

Dentro de mi restringida movilidad miraba hacia todos los lados tratando de encontrar sentido a las palabras del anciano —de entre las vendas solo sus manos esqueléticas, afortunadamente, quedaban a la vista—, y acabar con aquella maldición que a todos ahora nos tenía allí reunidos. Me fijé en el atril próximo a Madelaine y divisé el soberbio tomo que sustentaba. Se me iluminó el subconsciente y, como andando entre sueños, lento y torpe me aproximé al manuscrito.

El texto escrito con símbolos irreconocibles para mí no me decían nada, pero por las ilustraciones fui deduciendo que la ceremonia se hacía cada plenilunio y debía acabar antes del amanecer. En otros grabados vi lo que asemejaba un escarabajo de oro y parecía servir tanto como amuleto mágico como antídoto para la maldición de la vida eterna si se introducía —como la sangre de cada luna llena— en la boca del poseído.

Busque por todo el santuario al susodicho insecto mágico sin encontrarlo, pero por lo visto en los dibujos su presencia era obligada en el templo para los ritos. Al localizar finalmente una pequeña caja de caoba, en el mismo altar, mi corazón ya de por sí desbocado marcó un redoble. Efectivamente, en su interior, el pequeño salvador se aposentaba esperando ser utilizado.

No me anduve con miramientos y con el afilado estilete de la ceremonia corté las vendas rojas que cubrían la boca de la momia. Meter el bicho mágico por una casi esquelética mandíbula fue lo más asqueroso que había hecho yo en toda mi vida, pero ya estaba decido. En aquellos momentos de tensión extrema, una brisa de lucidez mental, me indicó el verdadero motivo de mi invitación a la Mansión Usher.

En cuanto volví a vendar aquella decrépita cara con el escarabajo ya en su interior, el olor de la estancia se hizo todavía más denso y nauseabundo. Aquel cuerpo se estaba descomponiendo por momentos y teníamos que apresurarnos para acabar con la maldición ya faltaba poco para que amaneciera.. Mis dos acompañantes empezaron a recobrar la movilidad y también la voz; ya era hora.

Para romper la maldición de los familiares estos tenían que quemar las mortajas del poseído y tapar con tierra y musgo sus cenizas. En cuanto a los huesos su mausoleo debia ser un profundo pozo y cegarlo después a la luz. La tupida cortina sirvió de envoltorio para la huesera antes de tirarlos a la alberca, de por sí, siniestramente bien honda. Las cenizas de las vendas también acabaron bajo el musgo del lado norte de la finca antes que, la primera claridad del día o los mismos sirvientes, nos pillaran en aquel desakelarre.


La invitación (Epílogo)

Después de esa noche tan movida, merecíamos un buen descanso al menos hasta el mediodía. Lógicamente, no me levanté para desayunar, pero cuando me acerqué al comedor para almorzar vi tres servicios en la mesa. Y, ciertamente, mis dos anfitriones me acompañaron en la comida, fue la primera vez que lo hicimos desde mi llegada. En la sobremesa también Madelaine nos acompañó hasta con una copita de Jerez.

Este primer síntoma de mejoría fue de lo más alentador, máxime porque su malestar de cabeza era la falta de sueño y no por la maldita migraña que les afectaba. No hizo falta que me explicaran que la momia era el propio Valdemar en un intento de alcanzar la inmortalidad y que ellos eran parte de ese tributo satánico. Ahora ya envejecerían normalmente o a lo mejor con cada luna llena les supondría un año de vida, eso ya se vería.

Nos pasamos la tarde especulando con el tema y ellos haciendo planes decidiendo como les gustaría pasar sus, igual últimas lunas. En el caso de mi amigo en tres años ya no necesitaría maquillarse y encanecer el pelo para aparentar su edad real. Se cambiaría el nombre —para no ser ni recordado o reconocido—, por uno más rimbombante como Arthur Gordon Pym y cumpliría su sueño adolescente de enrolarse en un barco transoceánico; que luego, seguramente, compraría.

Por su parte Madelaine, que al límite de su fertilidad concibió a mi amigo, no le importaba si viviría únicamente un año más u otras tres décadas. Ella también quería conocer mundo viajando sin parar por tierra o mar, pero con todas las comodidades que su gran fortuna podían permitirle; algo que su posesivo marido, y después la maldición, no le permitieron.

Volverla a oír hablar con su suave voz —y no la de ultratumba de la noche anterior— hizo que me quedara absorto mirándola. Madelaine ya pasaba de los cien años, aunque por la tersura de su pálido rostro pudiera parecer una mujer de menos de la mitad, sobrellevando la blanca melena suelta.

Ella me devolvió la mirada parando de hablar como si pensara que, yo con mi fijación, la estuviera pidiendo paso para tomar la palabra. Traté de disimular la indiscreción de mi pertinaz mirada al haber sido pillado, pero mi rubor debió de ser evidente y tras carraspear varias veces tomé aire y le respondí.

Yo ya estoy practicamente retirado y mi oficina la puedo cerrar o traspasar. Si necesitas, un secretario, un biógrafo, un mayordomo, un amigo o simplemente un acompañante para tus viajes Madelaine, aquí estoy a tu disposición.

Se te ha olvidado, pareja de baile o amante, querido. Aunque le entiendo mister Auguste Dupin, me ves ya algo mayor para eso.

Ante ese último comentario, la cara comenzó a arderme del rubor al tiempo que mi amigo, mirándonos a ambos, empezó a reírse a carcajadas. Yo solo pude esbozar una sonrisa cual cachorro asustado, contemplando con la poca entereza que me quedaba a mi anfitriona. Ella me devolvió la mueca, pero en esta ocasión percibí unos pequeños pliegues en la comisura de sus labios, así como unas arrugitas en la línea de sus ojos, haciendo que su sonrisa fuera más natural; Para nada la fría y espectral de las veces anteriores.

Un sutil tono rosáceo en sus mejillas me confirmó que aquella cara ya no era, la de una hermosa muñeca de blanca porcelana, presa de las llamas infernales la maldición de Valdermar.

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La imaginación nos brinda todo aquello la vida nos pueda negar y más...

22 comentarios sobre “CONCURSO DE RELATOS XXXII Ed. CUENTOS MACABROS de EDGAR ALLAN POE (Fuera de concurso)

  1. Bien contado.
    Los relatos podrían ser una de esas adaptaciones al cine, muy libres con respecto a la obra de Poe. Esta me parece mejor que más de una. Tiene una atmósfera gótica.
    ¿Es un fina feliz? El personaje narrador los libró de una maldición. Pero amarga consecuencia es el envejecer. cuando la llamada maldición les daba una perpetua juventud.

    Bien contado. Saludos.

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  2. Buah, tienes una imaginación espectacular , JM. Vaya derroche en la trama que te has sacado de la cabeza. Tiene de todo. A este paso te escribes una novela. Me ha gustado la continuación de la historia y el epilogo también. Además el final sigue siendo abierto como a ti te gustaba. Un abrazo.

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    1. Hola, Pedro. Muchas gracias mi imaginación es bastante peliculera y le gusta dar un giro a las historias.
      Ahora sí que la doy por acabada dejando a los protagonistas que sigan sus vidas, lo que duren, discretamente.
      Gracias por pasar y comentar. Un saludo.

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  3. Te has despachado a gusto, amigo, dejando volar la imaginación y correr las letras a lo largo de esta estupenda historia de terror gótico. No has tenido suficiente con un cuento, que nos has obsequiado con dos continuaciones y un epílogo. BIen hecho.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Josep. Con comentarios como el tuyo me siento más que recompensado. En El Tintero de Oro hay mucha tinta y de buena calidad, yo solo espero que participando algo se me vaya pegando.
      Lo de las continuación y epílogos es mi personal maldición, pero como se suele decir sarna con gusto no pica.
      Gracias por pasar y comentar. Saludos.

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  4. Me ha encantado de principio a fin, y además, ha ido creciendo mi interés a medida que leía. Cada parte me ha gustado más y me ha empujado a seguir con la saga. Y ¡qué te voy a decir del epílogo! A mí me encanta saber o intuir qué pasa con los personajes cuando se termina la trama. Las películas, a veces, dejan las historias de los protagonistas como inconclusas, jajaja. Bueno, como siempre un placer leerte.
    Saludos

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    1. Hola, JL. Me alegro de que te haya gustado el relato y más que, al leerlo en conjunto, te haya enganchado hasta el final. Me gusta dar continuidad a las historias, pero también tengo miedo de no estar a la altura y acabar diluyendo la historia.
      Por otro lado, también soy de finales abiertos, pero con indicaciones de intenciones como en este epílogo.
      Muy agradecido por la visita y el comentario. Saludos 🖐🏻

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  5. Hola, Vanjav, vaya continuación que te has marcado compañero. Muy bien ambientada, con la atmósfera adecuada, con momentos de terror y dejándonos un final aderezado de chispitas. Me ha gustado tu continuación de tu relato de terror.

    Un abrazo.

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    1. Hola, Carles. Pues sí que me alegro de que te haya gustado. Soy muy proclive a las continuaciones de mis historias, pero también consciente de que las puedo echar a perder si no mantengo el nivel de la original.
      Con lo de los guiños Poetianos igual he adornado demasiado el relato, pero si no se miran las referencias igual cuelan.
      Gracias por pasar y comentar. Saludos.

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  6. ¡Hola, JM! Desde luego que tu relato no solo cierra el anterior, sino que bien puede considerarse como el epílogo perfecto de esta edición con todas esas referencias a la obra de Poe que has sabido integrar de manera natural y oportuna en la trama. La historia va in crescendo y es tan cinematográfica que perfectamente podría ser adaptada a ese medio. Estupendo broche a la edición! Un abrazo!

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    1. Hola, David. Pues me alegro por ello al relato original le faltaba una vuelta y no podía dejarlo así. Sí, como ya he dicho, yo soy bastante peliculero y espero que para bien compensando mi falta de estilo literario con algo de tensión y ritmo que permita leer mis historias.
      Gracias por la visita y nos leeremos en la gala, seguro que algún susto y sudor frío padeceremos con tu discurso ceremonial teniendo a Poe de invitado de honor. Saludos.

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  7. ¡¡Pues te lo has currado en forma JM!! Leyendo todo lo que tenía pendiente, me gustó el relato del reto de Poe. Pero cuando vi que tenía continuación, (ya sé que te gustan las continuaciones) me enganché y… ¡me encantó! Tiene mucho Poe, es la continuación perfecta y con el epílogo, cierra un relato que atrapa. Aunque deja, claro, el final abierto a lo que pasará en el futuro: ¿unas lunas, unos años?
    Si nos dieran a escoger, me pregunto si elegiríamos la eterna juventud. Un abrazo.

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    1. Hola, Marlen. Me alegro de que te haya gustado la historia y hasta ese final abierto que ya les pertenece solo a los protagonistas. El debate de la vida eterna, como si el tiempo se parara a una determinada edad (lógicamente siendo jóvenes) creo que es para pensárselo, a los pros el tiempo puede vengarse con muchos en contras y sí el proceso no tuviera vuelta atrás acabar volviéndose uno loco. En cambio, que podamos extender la longevidad en buenas condiciones físicas y mentales, me parece más humano e interesante.
      Saludos y muy agradecido por el comentario.

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      1. Pues a eso si que me apuntaría. Mantenerse en buenas condiciones físicas y mentales, con ganas de seguir viviendo, de aprender, cantar, reír, escribir y viajar por el mundo, con la sabiduría de lo ya vivido y las energías para encarar el futuro. ¿Pero qué pasa con los demás? Porque ir viendo a tus seres queridos que van perdiendo facultades y van muriendo, no es nada agradable. No sé, no sé.
        Creo que «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy.»
        Un saludo JM.

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    1. Hola, Maite. Pues me alegro de que así te lo parezca. Como ya he mencionado soy algo (bastante) peliculero y mis historias tienen o lo pretenden que al leerlas resulten visuales y entretenidas.
      Gracias por pasar y comentar. Saludos.

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  8. Por fin llego al último de los cuentos presentados, esta vez me ha costado sudor y lágrimas (es un decir) leer y comentar todos los aportes.
    Ha sido buena idea no fraccionar los cuentos porque se pierde la atención, al menos en mi caso, y así, leídos de corrido se hace más ameno.
    Desde luego, tienes un torrente de imaginación y añado de energía, con guiños múltiples a Poe sin que resulten pillados por los pelos.
    Solo una cosilla, más bien un despiste, en la frase…»Abrí los ojos tratando de identificar su procedencia en la estancia, pero no acertaba con la fuente de su procedencia», creo que quedaría mejor obviando una de las dos «procedencias», podría quedar así: «Abrí los ojos tratando de identificar su procedencia, sin conseguirlo»
    En definitiva, un pormenorizado relato que se lee con facilidad sin apretar demasiado lo gótico terrorífico, y con final concluyente.
    Que tengas un estupendo verano, JM, y no hace falta que te desee que tengas la pluma lista y afilada para la próxima temporada, porque la tienes.

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    1. Hola, Tara. Tienes toda la razón, una misma historia por entregas es un mareo hasta para el autor siendo textos tan cortos, a no ser que te hayas quedado bloqueado y no veas otra solución.
      En cuanto a la corrección, yo mismo al leerte me he dado el merecido cachete, esas si las suelo pillar porque me resultan molestas lo mismo que las rimas si el tono no es irónico. Así que ahora mismo lo cambiaré.
      Bueno, yo, en estas dos temporadas de Tintero, creo que algo he aprendido y espero que también se me vaya pegando un poco de vuestro buen hacer.
      En cuanto al verano te deseo lo mismo o mejor. Yo intentaré ponerme al día que tengo varios relatos y entregas sin acabar.
      Saludos y nos leemos.

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