Relatos de la tertulia de las diez: La sombra siniestra (3ª parte)

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula empezaré con un relato para la ya conocida Tertulia de las diez. La verdad es que me fui por las ramas y me quedo un poco largo para mi blog de 500 palabras, así que lo pasaré en tres veces para que se digiera mejor.

——— III ———-

La sorpresa de hoy fue mayúscula al ver a nuestro amigo, sorprendente y en el fondo reconfortante. Llego con su jovial cara de siempre,  la de antes de su contacto con la sombra, y el pelo, salvo su habitual mechón casi blanco, parecía el de siempre. Nos miro con una sonrisa contenida e hizo los honores de la primera ronda.

–Anoche volví a dormir de un tirón, bajé la persiana del todo para que no entrara la luz de los relámpagos y de los truenos no me enteré.

Y tu sombra maldita? preguntamos, a dúo, Víctor y yo.

–Bueno os contaré, la segunda o tercera noche que me desveló apagué el radio despertador y desapareció del todo, no había nada de luz y me dormí como si nada. Al día siguiente, intrigado seguí investigando y fue cuando lo vi…

Qué viste? Le espetamos, nerviosos, al ver su larga pausa.

–Pues eso, yo no puedo dormir con la ventana cerrada y siempre la tengo algo abierta. Y…

Otra de sus malditas y largas pausas, esta vez respetamos su jactancia y esperamos…

–Mi sombra por la luz del reloj también se refleja, tenuemente, en las cortinas así que en la casi oscuridad eran la penumbra que tenia yo encima al verme en el espejo. Al moverse, ligeramente, por el aire, daban esa sensación de baile sobre mi. El brazo, al levantarlo, no hacía sombra en el espejo porque la pared, donde yo si la veía está al otro lado, ya sabéis lo de izquierda y derecha en los espejos ja, ja ja, ja.

Ya no se pudo contener la risa que trataba de ocultar desde que llegó. A mi y supongo que a Víctor nos quedaba, todavía, un detalle que aclarar. Esta vez yo mismo le pregunté porque, si lo había resuelto hace tiempo, no nos lo contó, y como era posible su aspecto tan demacrado de hacia 24 horas.

–Bueno, eso fue idea de Lucía, mi hermana os la tiene jurada desde que no la sacasteis a bailar cuando celebramos su 18 cumple hace dos meses. –Vaya amigos que tienes, nos conocemos desde siempre y no se atreven a pedirme un baile en mi fiesta, ni que fuera una niña pija en su puesta de largo; me dijo justo cuando nos marchamos de su fiesta y, alguna vez más, me lo ha vuelto a recordar durante este tiempo.

–Así que cuando se enteró de mi aventura con la sombra, no me dejo que os contara la resolución hasta no vengarse a gusto, ya la conocéis. Os dí excusas una semana para que fuera la cosa consolidándose y ayer su amiga Lina me arregló, ja, ja, ja, para parecer lo que visteis. Por cierto, no os habeís fijado en la señora del gorrito ridículo de la mesa de al lado?

Las risas de Lucía al quitarse la peluca, mirando nuestras ojeras y caras de estupefacción, retumbaban más en mis oídos que los truenos de la noche anterior. Víctor estaba igual que yo, mientras que Damian, le hacia los coros, a las risotadas de su hermana.

A los dos minutos, casi con las mandíbulas desencajadas de los dos hermanos,  la cosa se puso seria de nuevo. Víctor no estaba enfadado, en el fondo, le había hecho gracia la macabra broma, aunque su cara fuera un poema por sus reales ojeras, mirando a todas partes sin acabar de creérselo. En este punto yo me sentencié cuando dije:

Muy bueno Lucia, nos lo merecíamos pero ahora que ya eres mayor de edad puedes venir con nosotros, de vez en cuando, como querías los años anteriores y no te dejábamos. Quedas admitida, verdad Damian y Víctor?

El espeso maquillaje, de mujer adulta, no pudo ocultar el rubor de la bromista Lucía. Ya nos podíamos ir preparando para su próxima putada y esta vez los tres, Damian no se volvería a ir de rositas.