La señora Jacinta tuvo un puesto de chucherías, de las de verdad, toda su vida. Desde las chufas hinchadas en agua, hasta las aceitunas en fuente de barro, o las manzanas de caramelo, pirulis y hasta regaliz de palo. Pasar por esa esquina obligaba a volver la vista ante tan ricos manjares para niños y … Continúa leyendo Leyendas urbanas de mi ciudad: El puesto de la señora Jacinta