Diario de un percebe (soso): Mis memorias, como aprendí a ser ventríloco

Con el paso de los años, lo que empezó como una broma, acabó siendo una coletilla que no me gustaba nada. Decían que hablaba solo y que acabaría como un viejo cascarrabias. Que coño voy a hablar yo solo, estaría por teléfono o como mucho tarareando algo. Mis respuestas justificadas, para algunos eran una sonrisita y para otros, directamente, una carcajada.

Puestas así las cosas, a cabezón no me gana nadie ni yo mismo entrenando, decidí atajar el tema con la inteligencia que me caracteriza, la dixlesia (dislexia) es en estos casos como una segunda opinión o tener dos cerebros al precio de uno. Opté por aprender ventriloquia, claro si no me veían mover los labios no podrían decir era yo quien habla solo; Sencillamente briyante (brillante).

La verdad que me resultó de lo más fácil, practiqué leyendo apretando los labios; luego, como en el circo, más difícil todavía mordiéndome la lengua; al final lo podía hacer hasta bostezando. No se porque los profesionales de la ventriloquia se tiran tanto el royo (rollo), yo en unas semanas ya actuaba en la oficina y nadie me pillaba articular palabra.

Ahora ya me están tocando los webos (huevos) otra vez en el trabajo, los veo hacer corrillos y hablar a mis espaldas, evitan mirarme fijamente y me dicen las cosas despacio como si fuera un estrangero (estranjero, extranjero) o un niño pequeño. Creo que me llaman el autista, ellos también deben tener alguna dixlesia (dislexia) porque se dice: “Artista”. Estos se piensan que soy lila y no me entero.

Fdo. El autista ventríloco 😛