Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula empezaré con un relato para la ya conocida Tertulia de las diez. La verdad es que me fui por las ramas y me quedo un poco largo para mi blog de 500 palabras, así que lo pasaré en tres veces para que se digiera mejor.
——— II ———-
Pasaron unos días, más de una semana, a Víctor y a mi nos coincidieron cuestiones personales, Damian también anduvo algo esquivo. No pudimos seguir hablando de ello, tan pronto como hubiéramos deseado, para intentar desentrañar el misterio.
Cuando por fin pudimos quedar para hacer nuestras paradas en las farmacias de guardia, andábamos ya con ganas de ello, rara vez habíamos estado tantos días sin tomar algo. Victor y yo ya estábamos en nuestra primera parada dando los cinco minutos de cortesía a Damian antes de pedir.
Nuestro amigo entró por la puerta, al verlo nos sorprendimos, e inconscientemente nos miramos el uno al otro, como si no creyéramos lo que estábamos viendo. Damian era veintipocos y nosotros veintitantantos, pues bien parecía casi nuestro tío, el pelo medio encanecido y las ojeras le llegaban a la comisura de los labios. Hasta la ropa que llevaba parecía arrugada y sin ningún apresto.
Esa noche los tres sabíamos que iba ser de ronda doble, como la última vez que nos vimos.
Damian nos contó lo acontecido, no había habido cambio alguno, sólo que ahora después de la primera hora de sueño profundo se despierta y pasa el resto de la noche viendo de reojo a su sombra encima suyo, observándolo y moviéndose, en torno suyo. La silenciosa visión le deja totalmente estremecido y ya no puede conciliar el sueño ni dejar de mirar como su sombra, le absorbe el espíritu.
Las rondas fueron cayendo y en cada viaje a pedir las pintas soltábamos las teorías más extravagantes o macabras que se nos ocurrían. Damian, a pesar de su aspecto, era el más tranquilo de los tres, como si ya hubiera asumido un fatal destino sin vuelta atrás. Al final no hubo sexta pinta, una tormenta con rayos y truenos imponente nos hizo apurar la jarra y salir para casa antes que cayera todo el agua habido y por haber.
Al despedirnos fijamos, casi con pacto de sangre, en vernos el día siguiente, como fuera.
Ya eran las once de la noche, puntuales como siempre Víctor y yo entramos en el pub, no hizo falta que nos dijéramos nada, estábamos salvo el pelo cano, como Damian, no habíamos pegado ojo en toda la noche; y los relámpagos seguidos del estruendo del trueno, seguramente ayudaron a nuestro lamentable aspecto . A los cinco minutos justos Damian entraba por la puerta, no lo hacía por llegar tarde, su autobús en cuanto pillaba algo de tráfico le impedía ser más puntual.
Lo de veintipocos y veintitantantos … te lo plagio directamente! 🤣🤣🤣
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Vale, también vale con los treinta, cuarenta, … 😀 😀
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Claro , claro… ese es el meollo y por eso me lo quedo!
Oye, qué sorpresa me he llevado al visitar el blog de Marina y ver que ella fue tu vecina en el hueco de la escalera 😊 (no dejáis de sorprenderme!)
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Al final, todos, somos vecinos aquí 🙂
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Ya veo, ya veo 👏👏👏
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🙂 🙂 🙂
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💜
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Pobre Damian, al final no será que tiene otra cosa?
Digo yo…
No le lleváis a un especialista o algo?
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Pues sí, el pobre… 😂😂
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Ay que me parto!!
Yo tengo uno muy bueno…
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