Los días de lluvia tienen su importancia

A pesar de la sensación de frío y de esa humedad que parece no secar nunca, un día lluvioso es descanso para para la mente y un lavado de Alma. En la estresante rutina diaria hace falta un parón, por fuerza mayor, como ese día que diluvia y nos inunda todas la previsiones.

Ese día que nos enfria el cuerpo y nos incomoda la realización de cualquier actividad, desde que empezamos a oír el tintineo de la lluvia en en los tejados vecinos y en los propios cristales.

Con esa sensación, de que no vamos a llegar a entrar en calor en toda la jornada, comenzamos la andadura habitual, emplazándonos hasta el ansiado regreso a casa.

Nos permitimos, ya de camino a nuestro hogar, mojarnos mas de la cuenta para poder llegar antes; con ese agua de lluvia, que creemos sentir hasta en los huesos, que deseamos nos llegue el Alma también. Testimonial penitencia, de frío y humedad, para nuestra invisible y sufrida compañera.

Ya, en casa reconfortados, con ropa seca y una taza de café calentádonos las manos, disfrutamos de ese momento de aromática paz, mucho más que cualquier otro día por bonito y soleado que hubiese sido.